ARMÓNICOS DE UN CONCEPTO (11)

Anochecer desde el Balcón del Mediterráneo

Participamos, posible lector y yo mismo, de una larga audición que se da en medio de ese silencio que otorga la palabra, si ésta es escrita (especialmente en sus pausas) y que, a más a más, da ocasión a esa especial escucha tan íntimamente silenciosa que reconocemos con el sustantivo, con la palabra pensamiento. Así pues ese silencio que nada ha de decir entre un escrito y otro de esta serie, y ese otro, deseablemente constante, de querer escuchar siempre componen el lugar, inmaterial, de nuestro encuentro. 

Al mismo tiempo ambos, imaginado lector y yo, escuchamos otras palabras, que yo me he encargado de traer aquí en forma de citas. 

Partimos de esta, con la que nos hemos ido encontrando de vez en cuando:

Si no había diálogo es porque unos usaban las mismas palabras entendiendo esas mismas palabras en un sentido completamente contrapuesto. Para unos democracia no puede haberla sin estado de la ley. Para otro democracia es mayoría. Y al final el desacuerdo de fondo es mucho más sutil. Es el demos soberano, es decir quién es el sujeto de soberanía. Unos entienden que es el estado en su conjunto otros entienden que lo es Cataluña.

Y llevados por la escucha y la sonoridad de unos armónicos arribamos a esta otra, en la que se da la nota básica, la fundamental:

La democracia implica una división, una colección de desacuerdos. No es un lugar de gente similar sino de gente diferente. Su principio no es de igualdad sino de igualdad de derechos para que cada quién sea diferente y, no obstante las diferencias y los puntos de vista variados, sea posible vivir juntos y sin violencia. La democracia es la historia de la pluralidad y la tolerancia, no la de la victoria y la imposición. Por ello no hay victorias en la democracia, hay paz y la paz es la verdadera victoria de la vida política de los pueblos. 


Traer a colación palabras de otros -si acarreadas y tratadas con la fuerza de la reflexión- da pie tanto al pensamiento propio como al diálogo compartido. De tal manera que si no media eso compartido y aquello tan propio de cada cual, el diálogo -nuestra nota afinadora en toda la audición- se hace o puede llegar a hacerse imposible. 

En esa carencia de tales condiciones todo es o sordera o ruido o verborrea, cuando no brutal violencia.


Comentaris

Entrades populars d'aquest blog

BENEFICIOS (8)

ADOCTRINAR XXIX

BENEFICIOS (7)