PANORÁMICA GENERAL (7)

Al fondo la Zarza en un nuevo día 

Convendrá a unos y a otros no, o a unos más que a otros; querrán unos y otros no, ni mucho ni poco; percibirán, tal vez unos, más que otros, que, quizás, no perciban tanto (ni tengan por que); incluso necesitaran, objetivamente y en atención a sí mismos, unos más que otros. No necesitarán atención de sí y por sí tanta y tantos, que a lo sumo tal vez necesiten bien poca (por estar y sentirse generalmente bien). En todos nosotros lo que nos es necesario debe tener, por diferentes y muy variados motivos, un reparto distinto y ojalá que también bien diferenciado.


Me sería muy apetecible hallar un muy amplio ámbito, una cuenca abarcadora y indudable, común a todos y no menos necesaria que lo ya percibido como tal y comúnmente (comer, beber, dormir, estar a cubierto y al abrigo...), o reconocido particularmente necesario en atención a la intransferible singularidad que cada cual es y en la que se va consistiendo día tras día hasta el fin.

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Inicié esta serie, esta pequeña andadura reflexiva, en un inmenso panorama ofrecido por la imaginación que se embebe de lo real (un muy vasto paisaje a la vista). Panorama cuyos relieves alzados me representaban las muy patentes necesidades materiales que nos pueden acuciar o bien orientar (las que son desde dentro de nuestro paisaje interior y las que proceden en aluviones desde afuera). En él también un hondo y muy dilatado valle extendido a lo largo y ancho entre cordilleras, donde alentaban aquellas otras no tan patentes necesidades; tal vez, pero, más necesarias que las más manifiestas. Necesidades éstas del valle, las más encubiertas, advertidas por detección, percibidas por uno mismo, sin intermediario alguno. Allí el valle de lo insobornablemente carencial a saber y a aprehender, cada cual, como ser atendido. Entre valle y relieves, algunos imponentes, un puntito que iba en aumento conforme la cercanía a él -un alguien cualquiera, en realidad- era mayor y por tanto menor la distancia. Entonces, cerca, lo que parecía ser menudo en dimensiones mensurables, resultó ser capaz incluso de aprehender, hasta cierto punto, lo propiamente interno, íntimo, y más hondo aún que aquel valle abarcado por la vista. Capaz de determinarse y de determinar sus propios caminos, sus puntos de partida, sus propias decisiones.

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Sin embargo en el subsuelo de la necesidad, en su cuenca no advertida, está lo mejorable de uno y de cada cual, que es lo, objetivamente, común a todos (a lo que puede ser mejorado me refiero). Objetivamente, percibido o no, lo mejorable de cada cual, advertido como libremente necesario y necesariamente libre (no se mejora, humanamente, a la fuerza, por alguna especie  de mecánica aunque disfrazada de buenas intenciones, y aún apuntando a loables fines; como mucho, bajo tales condiciones de fuerza, bárbara o sutil, no acontecen más que cambios).


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